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Costa Rica Aérea: Emociones desde las nubes

23 Enero, 2017

Literalmente con esta idea fotográfica los hermanos Pucci se volaron.

Después de dos libros impresos e incontables horas de vuelo, Gianca y Sergio todavía se sienten deseosos de acumular más horas de vuelo redescubriendo nuestro país, al y como lo hicieron para Costa Rica Aérea.

Si vemos sus fotografías tomadas desde el aire, a simple vista empiezan a brincar muchos detalles que nunca habíamos percibido y entendemos el entorno de otra manera aunque pensábamos que eran lugares que ya nos eran bastante familiares.

Costa Rica Aérea nació con una intención clara: voltear la mirada desde un ángulo distinto y dejarse sorprender con espacios que ya se creían conocidos. “Desde arriba hay una sensación de abstracción, de que uno se vuelve testigo de espacios de los uno suele ser parte, de cierta forma, al estar en tierra”, opina Sergio.

“La perspectiva aérea es una sorpresa total al permitir redescubrir lugares, es una invitación a la amplitud de pensamiento. Es una puerta también para que saborear mejor los lugares”, dice Gianca.

“¿Cómo no lo habíamos pensado antes?”, fue la reacción de Gianca el día en que su hemano menor le compartió la idea loca que se le había ocurrido al aterrizar en un vuelo de avioneta que realizó para un “camarón”.

Los dos se apuntaron sin pensarlo mucho, Gianca con su atrevimiento imparable, mientras Sergio lo hizo consciente de que volar siempre le genera grandes sustos: “¡Y si el clima está feo me pongo más nervioso!, ese miedo no lo supero, pero me toca aprender a vivir con él”, confiesa.

A Gianca, en cambio, le encanta volar en lo que él llama “aparatos chiquitillos”. Se refiere al autogiro, el avión bimotor y helicóptero, muchas veces sin puerta. “Los siento en contacto con el cielo y además con mucha flexibilidad, debe ser por mi necesidad de libertad, aventura y movimiento.

Juan José se mantuvo al margen del proyecto, por temas de logística que le dificultaban su participación. Sin embargo, le pareció una buena ocasión para que sus hijos, textualmente, “volaran solitos”.

El impulso de mandarse a hacer algo nuevo, por las nubes, pasó a dos libros exitosísimos. El primero de ellos (Costa Rica Aérea: Retratos de un país inédito) se convirtió en la publicación de una editorial costarricense de mayores ventas. En dos semanas se agotaron los libros que habían hecho para un año.

Para el segundo (Costa Rica Aérea: Paisajes en el tiempo) tomaron unas 44.900 fotos de las cuales eligieron 250, con las que se probaron a ellos mismos que todavía había más por paisajes cambiantes que retratar, sacando una publicación.

A Gianca se le dificulta enumerar en breve los momentos favoritos desde el aire. Su lista incluye los paisajes en floración, con el cortés amarillo en Lomas de Barbudal o el cortés negro en playa Potretro, ver el atardecer en el volcán Arenal y el Turrialba en plena erupción, así como la vez que vio un banco de seis ballenas. Otra vez, bastante significativa, fue cuando le avisó a su esposa que estaba cerca de pasar volando sobre su casa. Ella y sus hijas salieron a saludarlo con emoción.

A Sergio todavía se le ponen los ojos brillantes cuando recuerda la vez que, tras tres días frustrantes tratando de tomar buenas fotos aéreas de Corcovado, emprendieron vuelo por la noche con la intención de capturar el amanecer. Así lo recuerda:

“La noche anterior había llovido, pero por la mañana estaba despejado. El sol empezó a salir y todavía se levantaba el vaho. Cuando empezamos a entrar al bosque vimos los perfiles de las montañas con el sol atrás. No imaginábamos que fuera un bosque denso tan extenso, era interminable. ¡Era una situación única, algo soñado desde el punto de vista fotográfico! ¡Era tan impresionante que gritábamos!”.

¿Y les quedan pendientes? Siempre. Si vuelven a volar, encontrarán otros momentos, con otra luz, en escenarios en transformación, aunque sea en lugares repetidos.

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